jueves, 25 de febrero de 2010

LA LEYENDA DE LOS BUBIS

En E.Infantil estamos trabajando "La vuelta al mundo en 80días". Comenzamos nuestro viaje en Londres, visitando lugares importantes, aprendiendo palabras en inglés, tomando té y muchas más cosas.
Ahora nos encontramos en Guinea Ecuatorial y hemos contado y ordenado una historia de allí.
Aquí la tenéis.



Hace ya muchísimo tiempo en Guinea Ecuatorial, había un pequeño riachuelo que transcurría por una zona montañosa de difícil acceso. Allí se había formado un pequeño lago dónde vivían felices un grupo de truchas, un grupo de ranas y otro de cangrejos.


Una mañana bajó un pescador provisto con una caña estuvo esperando durante varias horas intentendo pescar algo para comer pero no lo conseguía. Los días fueron transcurriendo y el pescador bajaba al lago a intentar pescar.



Algunos animales, viendo el peligro que los acechaba se reunieron para buscar una solución.
- ¡Corremos un serio peligro, ese pescador nos exterminará a todos y tenemos que defendernos antes de que eso ocurra!- dijo la rana.
-¡Yo soy la que menos riesgo corre, con 2 ó 3 aletazos, desaparezco de la vista de quien sea. Así que no tengo por qué preocuparme!- respondió la trucha con cara de indiferencia.
-¡Yo tampoco tengo que preocuparme, me meto entre las rocas y no me alcanza nadie!- continúo el cangrejo.


Al oír estas palabras la rana se alejó muy triste y pensó: "Soy la única que debe subir de vez en cuando a la superficie y si no quiero correr riesgos tendré que encontrar yo misma una solución".
Salió del lago y se fue en busca del mago de las montañas para contarle su problema. Éste, después de escucharla, le ofreció un ungüento viscoso para que se untaran ella y sus amigas.

La rana regresó al lago, compartió con sus compañeras el ungüento del mago y se quedaron esperando que el pescador regresara. A la mañana siguiente el pescador apareció nuevamente pero esta vez estaba provisto de una red y, al lanzarla, pescó tantas truchas como cangrejos y ranas.

Cuando el hombre se dispuso a recoger sus presas para introducirlas en un cesto que llevaba, cada vez que cogía una rana, se le escurría entre los dedos y ésta volvía al lago. Pero las truchas y los congrejos iban directos al cesto.
Desde entonces, las ranas croan la astucia de su compañera y siempre llevan el ungüento untado en su piel.

MORALEJA DE LA LEYENDA: Debemos intentar resolver nuestros propios problemas y no creuzanos de brazos a lo que venga.

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